ACTA DIURNA
Término en latín que podría traducirse como archivo diario propio de la Antigua Roma, eran las minutas cotidianas de los negocios públicos y de eventos sociales y políticos.
Adaptar este término para contar historias a través de las fotografías y proyectos que realizo. Algo más que un portfolio, un espacio para la inspiración.

Como siempre, lo más difícil es saber por dónde empezar a escribir, y en esta ocasión aún más, cuando lo que he podido vivir encapsulado en el espacio y el tiempo de cinco días bien podría asemejarse a un largo e intenso periodo en el que no han parado de suceder cosas. A partir de este punto, vamos a intentar ordenar los pensamientos.
Unos días antes de que arrancase la Semana del Arte leí un post que decía: “La Semana del Arte no existe, son los padres”. Pues si, de alguna manera, hay infinitas formas de vivir estos días, como espectador, como artista, organizador, galerista, o como simple satélite que pivota en torno a alguno de los demás elementos sin los que este sistema llamado mundo (o mercado) del arte no se sostendría, y donde existe un componente mágico, oculto, en el que al final, la verdad de muchas de nuestras preguntas acaba saliendo a la luz.

Estar de nuevo en Roma, haber venido específicamente para escribir, me devuelve a la memoria una palabra que resuena en mi cabeza desde hace un tiempo: distracción. Yo no lo recordaba, pero repasando algunas de mis anotaciones de estos últimos meses he encontrado esta frase: “Existen dos opciones de ver el mundo, desde tu propia distracción o desde la de los demás”. Supongo que he tenido tiempo de experimentar ambas, y estoy lista para explorar este término a lo largo de esta Acta Diurna

A falta de un par de días antes de abandonar Italia llega la lluvia. Y lo hace, como siempre, como si quisiese aligerar la despedida de los rayos de sol que acompañan los días de playa, arena y sal. Con ella llega ese esperado (realmente deseado) momento de sentarme frente a la mesa de una de las muchas habitaciones que conforman este espacio, acompañada por la luz que atraviesa unas enormes ventanas que me traen calma, rumor de lluvia y brisa para empezar a poner orden ese archivo de notas en el que he apuntado casi cada día un pensamiento diferente.
Como era de esperar, escribo sin saber qué título recibirá esta Acta Diurna. Escribo con pausa, incluso miedo, como si al final de la misma fuese a desvelarse la contundencia de un secreto irrevelable, como si de verdad fuese más consciente que nunca de que a lo largo de estos párrafos la única persona a la que me enfrentaré seré yo misma. Una dualidad con la que me llevo enfrentando algún tiempo, y cuya nitidez esporádica y cada vez más presente tuviese la capacidad de dejarme algo paralizada ante el papel en blanco, y un poco ante la vida.

Ha pasado mucho tiempo. Y han pasado algunas cosas.
De la última vez que estuve en Roma coincidió con los últimos días de enero y con lo que allí llaman “i giorni della merla”, probablemente los más fríos de todo el año. Lo cierto es que durante esos días se podía apreciar una leve veladura en el ambiente que me hizo repetir varias veces la frase: “No sé qué le pasa al cielo de Roma”. El caso es que desde entonces no había vuelto a escribir, sumiéndome en lo que ha sido un periodo un poco más oscuro de lo habitual.

La etapa final de la fase no REM del sueño viene calificada con el nombre de “sueño delta”. Durante este breve periodo de tiempo el bloqueo sensorial se intensifica, y aunque aún no se sueña, es en este momento en el que determinamos lo que sucederá antes de despertarnos.
Quizás empezar por el título sea lo más complicado de escribir un texto. Quizás a veces ni siquiera sea necesario ponerle título a las cosas. Hoy es el primer domingo de un mes de septiembre en el que lloverá de golpe (como dicen en las noticias) lo que no ha llovido durante los últimos seis meses. Hoy es el primer día después de mucho tiempo en el que me siento a escribir, y puede que como el día, mis emociones hayan amanecido desmesuradas como el agua, identificando todo lo que me ha sucedido este último periodo como esa fase del “sueño delta”, sin saber a ciencia cierta si estoy a las puertas de la ensoñación o si sigo aún navegando en un sueño lúcido.

SEMANA DEL ARTE

Escribo este Acta Diurna desde uno de los muchos escritorios en los que me hago hueco a lo largo del año. Fuera hace frío, pero no mucho, y la luz natural que me acompaña es perfecta, al menos en este escenario en el que a pesar de tener todo listo para salir a escena sigue faltando un guión.

Questa Acta Diurna è il resoconto di alcuni giorni estivi trascorsi in Italia in cui mi rendo conto che qui, e solo qui, entro in contatto con la mia essenza, focalizzando la mia attenzione su ognuna delle cose che faccio, che vedo, che vivo e che amo veramente. Penso che abbia a che fare con la calma, l'arte, la terra, però più passa il tempo più credo che finirò per danzare senza meta in questi luoghi.

Una vita lenta. Esta Acta Diurna realiza un repaso por unos días de verano en Italia en los que me doy cuenta de que aquí, y solo aquí, entro en contacto con mi esencia, afinando mi atención hacia cada una de las cosas que hago, que veo, que vivo y que de verdad amo. Yo creo que tiene que ver con la calma, con el arte, con la tierra, pero más pasa el tiempo y más creo que acabaré danzando sin rumbo en esta tierra.

PARÍS

MUJERES EN LA ABSTRACCIÓN

INVISIBILI A CHI NON SA LA MERAVIGLIA DELL’INVISIBILE

Todo comienza con una idea.